No se trata, como así ha sucedido en diferentes épocas, algunas muy recientes, de convertir la memoria en el fin de la educación, como si el único sentido de la enseñanza fuese que los alumnos se conviertan en papagayos.Pero tampoco, como ha sucedido, hay que demonizar la memoria y considerar que todo lo que se aprenda basándose en ella no tiene ninguna utilidad.
Resulta evidente que,para los profesores, resulta frustrante la poca memoria o retención que tienen algunos alumnos, que olvidan lo aprendido de un año para otro, o de un mes para otro, y tienen que volver a explicar las mismas cosas una y otra vez.
La falta de memoria,cuando no se entrena, dificulta el aprendizaje a todos los niveles y paraliza la lógica evolución intelectual de los alumnos.Con el paso de los años, hay que reforzar mas la memoria a través de diferentes técnicas cognitivas con el fin de fijar ideas, conocimientos, razonamientos, hábitos etc que impiden el estancamiento neuronal.
Hay que felicitarse de los resultados de una investigación puesta en marcha por un hospital norteamericano, La Escuela de Medicina de Hospital Monte Sinaí de Nueva York, y el centro de Investigación Médico Aplicado de la Universidad de Navarra (CIMA).
Se trata del descubrimiento de un tratamiento que refuerza y potencia la memoria y previene el olvido.
El tratamiento consiste en inyectar un factor de crecimiento insolínico, una molécula que está presente en el cerebro y que es muy activa durante los años de desarrollo y que con la edad reduce su eficacia.
Habrá que esperar, pero se cree que primero se aplicará a los pacientes adultos y con patologías de la memoria y más adelante a alumnos con problemas de aprendizaje cuya principal causa pueda ser su escasa o nula capacidad memorística.
Mientras llega esto el mensaje es claro: la memoria como el deporte necesita asiduo ejercicio. Si no se utiliza y desarrolla se atrofia.
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